La Maroteca

La Maroteca, buenos cocineros y mejores pescadores
La Maroteca
La Maroteca
14 Abril, 2021
Laia Antúnez
Detrás de La Maroteca hay una familia de pescadores que se encarga de capturar los mejores frutos del mar de la costa catalana y traerlos directamente al centro del Eixample barcelonés. Ofrecer un producto fresco y de máxima calidad es la prioridad de este restaurante, que también es pescadería, y que con su propuesta nos recuerda que para degustar pescados y mariscos de calidad lo mejor es hacerlo al natural y sin filigranas.

“Casi todo el producto que ves aquí lo pesco yo: cigalas, calamares, gambas, rape, tintorera, lubina, dorada, rodaballo, pulpo, sepia, etc.”, nos dice Agustí Comes, patrón del barco Montclar de Vilanova y propietario de La Maroteca, un restaurante que, solo entrar, nos recibe con una parada de exuberante pescado y marisco fresco, expuesto para tentarnos y poner en alerta todos nuestros sentidos.  

Pescado

La relación de Agustí con el mar viene de lejos, él es la quinta generación de una familia de pescadores, que tiene sus orígenes en Sant Carles de la Ràpita, y aprendió el oficio desde la base, pasando por todas las categorías que llevan a un ayudante raso a convertirse en patrón. Con años de experiencia pesquera acumulados, decidió dar un paso más y empezó a servir pescado a domicilio, limpio y listo para cocinar. Hace cuatro años, y después de probar con un pequeño local de pescadería y degustación, puso en marcha La Maroteca, un auténtico paraíso marinero situado en pleno centro de Barcelona.

Fresco, de verdad

Cada día, de lunes a viernes, Agustí sube al Montclar de Vilanova, un barco de arrastre que está amarrado en el puerto de Vilanova i la Geltrú, y recorre la costa, de Barcelona a Tarragona, para hacerse con los mejores frutos del mar. Toda esa pesca la destina a la venta en la lonja, a su servicio de distribución a domicilio para particulares y a alimentar a los fieles clientes de La Maroteca. “Lo que no pesco yo, lo pescan mis hermanos que también tienen barcos. Y algunos productos concretos, como la almeja de Carril o los erizos de mar, entre otros, los traemos de Galicia, porque son más sabrosos”, añade.

Marisco

Es la mejor manera de dar respuesta a una de sus obsesiones: garantizar siempre el mejor producto y la trazabilidad del mismo. “Nuestros pescados y mariscos no llevan polvos bóricos ni conservantes, todo es absolutamente fresco”, afirma. Por eso, la gamba la pueden servir completamente cruda y con piel, cortada por la mitad con la maestría que requiere, y simplemente aderezada con aceite de oliva crudo, sal y pimienta. “Incluso le podemos dejar la cabeza, porque podemos garantizar que no lleva ningún sulfito, que es lo que a veces puede sentarnos mal”, reafirma Olga Flores, mujer de Agustí y responsable de la cocina.

No hacen falta artificios

Aquí no hay carta, así que lo primero que harán al recibirnos será invitarnos a dar un vistazo a la parada de pescados y mariscos para elegir, entre lo que el mar haya provisto aquel día, aquellas delicias que más nos apetezcan. Una vez hecha la selección, será Marcos quien, al frente de la parada, pondrá en marcha todo el engranaje. Él limpia y corta el pescado y, una vez preparado, lo hace llegar a la cocina, abierta a la vista de los comensales, donde Olga y Yesenia esperan para elaborarlo al momento.

Interior

“Queremos que la gente disfrute del pescado fresco, que deguste sus sabores. El Mediterráneo es salado con un punto dulce y queremos que eso se note”, cuenta Agustí. Por eso, en La Maroteca las salsas están prohibidas, también las filigranas gastronómicas, y lo que realmente importa es el producto. “Solo utilizamos aceite de oliva virgen, en crudo, una vez que el plató ya está hecho”, apunta Olga. Los pescados los preparan al horno, con patata panadera y pimiento rojo; y los mariscos se cuecen en un horno de vapor. No hay más misterio. Solo uno: la calidad, no solo del pescado, sino de todos los ingredientes. “Hasta la sal tiene que ser la mejor”, dicen.

Sin carta, pero con clásicos

Entre los imprescindibles de la casa está la anchoa de Santoña, del mejor calibre y bien carnosa. La sirven acompañada con su propia espina, enharinada y frita, convertida en una especie de chip crujiente que goza de numerosos fans entre los habituales del local. El carpaccio de atún bluefin es espectacular, cortado al momento con precisión y paciencia, y servido solo con aceite de oliva con un toque de lima, sal Maldon y pimienta. La misma sencillez que aplican a los chipirones, preparados en su propio jugo, con ajo y perejil.

Anchoa

También merece una mención destacada la paella de l’Agustí, con gamba, cigala y langostino, y una explosión de sabor a mar que consiguen gracias a un potente fumet, que elaboran con cabeza de mero, morena y galera. Antes de preparar el arroz, os dejarán probar una cucharada del fumet para ver si está a vuestro gusto. Todo un detalle. Además, desde hace dos años, las paellas las sirven numeradas, para personalizar aún más el trato con sus clientes, con los que mantienen una relación muy estrecha.

Paella

De hecho, Agustí se deshace en explicaciones y se esfuerza por dar a conocer su historia y mostrar a los comensales todos los rincones del restaurante, que cuenta con una pequeña terraza en su interior y dos reservados muy íntimos, para veinte y dieciséis personas, pensados para reuniones y fiestas privadas. Cuando él está surcando los mares, es su hija Andrea quien transmite sus prácticos consejos, muy útiles, no solo para aprender a degustar los pescados y mariscos en las mejores condiciones, sino también para que no nos engañen cuando hacemos la compra. Una compra que, por cierto, también podemos hacer en La Maroteca, en esa parada que nos recibía al entrar y con un precio distinto al del restaurante. Para que nos podamos llevar a casa el mejor pescado fresco, con todas las garantías.

Fotos: Marta Becerra. 

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