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“En la vida, mucho más de lo que creemos depende de nosotros mismos y no de la suerte. Sin embargo, dedicamos muchas horas a lamentarnos de la mala suerte que tenemos y no pensamos que todo está en nuestra mano. Con ilusión y trabajo podemos conseguir muchos de nuestros sueños”. Esta declaración de intenciones define al chef Edgar Suárez, que durante años ha trabajado para perseguir el suyo: abrir un restaurante en Barcelona. Un sueño que cumplió hace apenas unos meses, cuando puso en marcha El Secret by Suárez, su proyecto más personal.
Edgar tiene sus raíces en Manresa y lleva la cocina en la sangre, ya que su familia se dedica a la restauración desde hace más de ochenta años. Desde el principio, este joven chef tuvo claro hacia donde se quería enfocar y cuáles eran los sitios dónde podría aprender. Por eso, insistió e insistió en restaurantes como el ya desaparecido Neichel o el efervescente Can Jubany hasta que le dieron una oportunidad. Su carrera profesional lo llevó al lado de referentes como Sergi Arola y Jordi Cruz, y a responsabilizarse de los proyectos gastronómicos de diferentes hoteles de lujo, antes de abrir su primer restaurante en Manresa.
Avinguda Sarrià, 10
Barcelona Barcelona
España
De Manresa a Barcelona
“Abrimos sin hacer ruido, y el boca a boca hizo su magia”, nos explica. Tras tres años de éxitos, llegó el parón pandémico y les brindó la oportunidad de acceder a un local en Barcelona, en plena avinguda Sarrià. Ya no hubo marcha atrás. Se despidieron de Manresa e iniciaron esta nueva aventura. Hablamos en plural, sí, porque en esta apuesta por Barcelona, Edgar está acompañado por su mujer, responsable de la sala. “El proyecto es totalmente familiar”, apunta. Tanto, que él mismo se ha encargado de diseñar todo el interiorismo del local. El resultado sorprende, del todo profesional.
También sin hacer excesivo ruido, pero con buena respuesta por parte de los clientes que ya les han descubierto, El Secret by Suárez desarrolla una propuesta gastronómica marcada por la creatividad y el buen producto. Las influencias de la alta gastronomía son evidentes, aunque el chef, de momento, prefiere hacer “una cocina muy equilibrada y que guste a todo el mundo, sin que se nos vaya demasiado la cabeza”, afirma. Lo de convertirse en un restaurante gastronómico quizás llegue algún día, sin prisa.
Para comer y disfrutar
Este planteamiento se traduce en una carta que juega con la estacionalidad, y en platos como el tartar de atún Balfegó con mousse de guacamole y aire de soja, sutil y sabroso por igual; el canelón de pollo de payés con tocino y reducción de su jugo, un claro homenaje a su paso por Can Jubany; o el huevo de Calaf a baja temperatura con parmentier de patata trufada, shiitakes y papada, siempre infalible. Una cuidada selección de ensaladas, tartares, carpaccios y cocas encabezan la propuesta de entrantes, que continúa con sugerentes arroces como el cremoso de gamba roja con su carpaccio o el arroz negro con langostinos de costa y alioli quemado.
Los que ya visitaron su restaurante manresano reconocerán platos que son seña de la casa, pero que aquí han elevado un poco más, como los parpadelle con bogavante, crema de su coral y caviar imperial. Estos también saben que en las carnes y pescados juegan fuerte, con producto fresco y siempre ajustado al nivel de calidad que exige Edgar. El salmón noruego micuit con salsa teriyaki, cebollino y puré de celeri es uno de sus grandes aciertos; igual que el meloso filete de ternera con foie fresco y salsa de Oporto. Para los postres, es casi imperativo probar su cremoso de chocolate blanco con helado de fruta de la pasión y granizado de albahaca, que juega especialmente con las texturas y temperaturas; o compartir la contundente piña surprise al ron con crema catalana. Un cierre a la altura.
Perseguir el sueño
El chef también ha querido trasladar algunos de estos platos a su menú degustación, con el objetivo de que nos dejemos llevar, casi a ciegas, hacia la esencia de su cocina. El menú lo integran seis platos y se rubrica con un cóctel; porque otra de las propuestas del local es potenciar la cocteleria clásica, tropical y los gin-tonics, especialmente por las noches. Suárez afirma que el restaurante tiene que seguir evolucionando. Por eso, más recientemente, también ha incorporado una fórmula mediodía (18,50€) y un menú ejecutivo (28€), todos los mediodías entre semana, para aquellos que necesitan ajustar presupuesto. “Queda mucho camino, pero hay que creer en lo que haces y luchar para que salga adelante, manteniendo tu línea y tu carácter”, sentencia. Otra acertada declaración de intenciones.
Fotos: Marta Becerra.
/ Otros Creativa.
