Marea Alta

Marea Alta, pescados de altura con las mejores vistas de Barcelona
Marea Alta
Marea Alta
23 Enero, 2017
Carlos Maribona
En la planta 24 de la Torre Colón, con vistas espectaculares, Enrique Valentí hace una apuesta radical por los mejores productos del mar, con mención especial para los elaborados a la brasa y para los guisos.

Es lo último de un madrileño afincado desde hace más de una década en Barcelona. Enrique Valentí abrió en octubre Marea Alta, en un emplazamiento privilegiado. Nada menos que en la planta 24 de la torre Colón, con unas vistas de Barcelona como no hay desde ningún otro sitio. Espectaculares. Podría decirse que sólo por esas vistas ya vale la pena visitar este restaurante. Pero es que además allí se come muy bien.

Valentí, bien conocido en la Ciudad Condal por establecimientos como Casa Paloma o BarBas, hace en este nuevo restaurante una apuesta radical por el pescado y los productos del mar. Buscando la calidad de la materia prima por encima de todo y dando a ese producto un tratamiento impecable. Lo mismo en guisos que pasándolo por las brasas o en preparaciones más ligeras, siempre hay un plato para satisfacer a todo tipo de clientes.

La carta se cambia a diario, siempre en función de lo que se pueda encontrar en las lonjas, para garantizar el producto más fresco. Pescados y mariscos que provienen del Cantábrico, de Galicia, de las costas andaluzas o de las mediterráneas. En esa carta, con acierto, se indica la procedencia de cada uno para mayor garantía de los comensales.

Uno de los mayores aciertos de Marea Alta es la utilización de grandes pescados para hacer a la brasa. Piezas como mínimo de un kilo, pero que en ocasiones superan los tres o cuatro. Lo mismo un lenguado que un virrey (este pescado tan delicado que se ha puesto de moda en los últimos tiempos y que suele proceder de Asturias). Valentí ha sido pionero en llevarlo, con gran éxito, a Barcelona. Nosotros probamos un gran rodaballo, con un peso de algo más de kilo y medio. Llega entero, sin la espina central, con un caldo de aceite y vinagre que le aporta un toque cítrico muy agradable. Perfecto de punto, con sus huevas y su cabeza para los más disfrutones, es una de las grandes bazas de este restaurante.

Habíamos empezado la comida, todo un festín marino, con un aperitivo a base de consomé de pescado con lima kafir. Un caldo que entona el cuerpo en estos días fríos de enero. Siguen las entradas, muy apetecibles casi todas. Está muy buena la anchoa de Santoña marinada, bien tersa, lo mismo que una raya adobada al estilo gaditano con una mayonesa de su adobo. En esta casa lo importante es el pescado, sin importar su origen o de donde provienen las formas de prepararlo. Delicado y suave el escabeche de unos mejillones con un ligero toque ahumado que, para nuestro gusto, son demasiado grandes. Visualmente espectaculares, pero no siempre lo de mayor tamaño es lo mejor. Probablemente un escabeche tan bueno funcionaría mejor con piezas algo más terciadas.

Probamos también los "caixetes" de Vinaroz, un bivalvo que en otros lugares se conoce como pata de cabra. Intensos de sabor, aunque algo bastos. La decepción llega con un bogavante a la plancha con una crema de raifort (rábano picante), hojas de capuchina y un crumble de pipas. La potente crema anula al crustáceo, a pesar de que se trata de una pieza de calidad. Pero pasa desapercibida. Y además, el crumble de pipas está demasiado duro. Una pena.

En el capítulo de guisos luce mucho la cocina de Marea Alta. Excepcional uno de guisantes del Maresme con pulpitos orejudos en un caldo de sepia y palo cortado. Lleva un sutil de toque de menta que no le resta intensidad. Grandísimo plato. Nos gusta mucho también el de yemas de erizo con salsa de pichón y trufa negra, un mar y montaña atrevido pero que funciona muy bien, con gran equilibrio entre los distintos ingredientes. En plena temporada, unas angulas del Delta del Ebro. Valentí las presenta hechas al pilpil, simplemente con aceite de ajo, guindilla y la propia baba de las angulas, sobre un huevo poché. Una buena forma de darse el gusto de comerlas con cuchara, algo poco habitual. Buenísimas.

De la brasa llega una gamba roja de Palamós que no es desde luego la mejor que hemos comido. Entre tanto producto de calidad llama la atención que esta gamba no esté a la altura. Nada que ver con unas cocochas de mucho nivel, en un punto impecable. Terminamos, también procedente de las brasas, con ese espectacular rodaballo entero que antes les comentaba.

De los postres probamos un sorbete de mandarina con manzana y frambuesa, que refresca. Y un buen chucho caramelizado. El café, la copa e incluso el cigarro de los fumadores se puede disfrutar luego en alguna de las terrazas que rodean el bar de la planta 23, situada debajo del restaurante. Buen final para una más que notable comida. Y con esas vistas...

Av. Drassanes 6-8
Edificio Colón Piso 23-24
Barcelona Barcelona
España

936 31 35 90

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